Enero 2003 – Rabat
Del último Goya, este inefable viejecito del « aún aprendo » al que me ha transportado la imagen de esta abuela de España que acaba de cumplir 110 años.
Voy a escribir una segunda parte del texto de FB para el catálogo que prepara. Cual no sería mi sorpresa anoche cuando en su casa, L. me leyó la re-escritura completa que había hecho de mi texto. No me enfadé con ellos ya que no ví más que inocente deseo de poner apenas en un francés domesticado mis ideas, sin percibir que el texto y su forma está indefectiblemente ligado al fondo de lo que el escritor quiere decir.
Todaváa esta noche en la cama, me he perturbado y hasta retorcido de rabia con la tonta pretensión de L. y FB. de « domesticar » mi texto.