23 de diciembre 1992 (hacia Londres)
Amanece cubierto y no demasiado frío.
Muy de madrugada en pie para ir a pasar con los chavales un par de días en Londres. Niebla en el camino. Duermen en el coche hacia Caláis donde embarcaremos. Muy poca gente en el barco. Ellos sólo piensan en el fin: ver tiendas y comprar cosas en Londres. Los medios, el viaje, el coche son obstáculos para llegar rápido. Hemos dormido poco esta noche. Ellos parecen fuertemente unidos y solidarios. El alejamiento físico les ha venido muy bien. Hablan sin para desde que se encontraron.
Escribo sentado en un salón en la popa, sólo. Quiero precisar pero estoy superficializado. Unos días lejos de los periódicos y las noticias. Horizonte gris-verdosos con algo de bruma. Por algunos lugares se aclara algo. Me recuerdan tanto a Turner estos paisajes envueltos en niebla que deseo corrobora a descartar la sensación en Londres. Vamos a la Tate Gallery. Los chicos se quedan en Oxford Street, de mirones, de compras con unas pocas libras que les he dado a cada uno. Libres al fin, vamos paseando hasta la Tate. Poca gente a esta hora.
Turner me deja siempre extrañado. No lo abarco o el no me abarca a mí. Tiene algo de regodeo pretencioso en la parta de la pintura, en los puntos interesante de sus toques oscuros (que lo mismo pueden ser figuras que barcos o casas.
Realmente se adueña de la niebla inglesa y europea. Es su horizonte: lo profundo que no podemos ver porque ahí esta la niebla, pero que percibimos.
Comenzamos la ronda del museo con Turner, por supuesto. Después, paseamos con mucha lentitud para que los cuadros nos llamen por sí mismos. El retrato de Matisse, de Derrain es formidable, Horror de realistas mediocres que atesora este museo. Rothko abrumador el cuarto, la sala de los ocres rojos-negros. Sublime su grandeza. Una concepción total de la pintura a gran escala.
Los Prerrafaelistas: un santo horror, un exceso del romanticismo que cada vez aguanto menos como ideología y sentimiento. El renacimiento, peri viciosos, torpe, tramposos.
A Cesar ayer prácticamente le echaron del autobús de mala manera porque no sabía que para subir al piso de arriba había que coger antes el billete. Le defendió una chica y pudo seguir el viaje. Una mala bestia de cobrado que se aprovecha de los jóvenes para libarse de sus frustraciones vitales.
nos recogimos pronto, las calles, con las continuas amenazas de bomba que ha habido no están muy llenas de gente. Parsimoniosas las ventas….