19/20 avril 1992 – en ruta a Astorga, Lugo
Día esplendido ya sin aire frío.
Salimos con dirección a Galicia, temprano. Tengo mucha ilusión de visitar la única parte de España que aún no conozco
Apenas si tengo tiempo en viaje de hojear los periódicos. La expo de Sevilla se inaugura mañana.
Kabul, en Afganistán, a punto de caer en manos de la guerrilla.
Las montañas nevadas del Guadarrama nítidas al fondo. Por la carretera de la Coruña nos adentramos en Castilla la Vieja, pelada, con pocos signos de progreso. Castillos a la vista como el de Arévalo, o la enorme mole de Medina. Campos de arenales, pequeños bosquecillos de pinos. Verdor ocre y tierras rojizas. Pueblos terrosos pegados al suelo….
Desde Tordesillas los tonos de la tierra se aclaran hasta hacerse casi blancas.
Pueblos feos, muchas casas abandonadas, iglesias derruidas, detritos y basuras a la vista, cementerios de coches cada dos pueblos como horrendos testigos del progreso y la motorización mal entendida. Me espante la falta de cuidado con el paisaje que se percibo en España por doquier.
Astorga
Paramos al lado de la plaza, al lado de la espadaña de la iglesia del Perpetuo Socorro. La gente sale de misa con sus mejores ropas de domingo.
San Bartolomé, gótico-popular, con la torre asimétrica. Muy sencilla y toda barroca por dentro, rococo, llena de gente y con un retablo churrigueresco al estilo de los de Salamanca.
El ayuntamiento, del siglo XVII, con los dos « maragatos » tocando la campana, arbotantes a los lados de espadaña central y dos torres. Muy buenas proporciones. Un gentio a la puerts esperando una procesión.