6 mars 2012 0 Commentaire

Lobo viejo

Lobo viejo (extracto del libro « cinco relatos »)

Primer capítulo

Lobo viejo dans Eborja cuadros-casa-002-150x150 Natividad Gutierrez

Cuentan los más ancianos de la aldea, porque así lo oyeron ellos de otros más ancianos que ya murieron, que durante tres de los más duros inviernos que pudieran recordarse azotaron con el frío los lobos de una agresiva manada a los que guiaba uno enorme y sanguinario, mestizo quizá de lobo y vampiro…

I.

De la cantidad de testimonios leyendas e  historias encontradas, que durante los meses de verano fui recogiendo en el pueblo, he podido concluir que como en todos los mitos en realidad nadie o muy pocos llegaron a ver al mestizo. Con el paso de los años, y por el flujo de unas bocas en otras, el pueblo ha ido tejiendo la leyenda de « Lobo Viejo » que por estar constituida de fragmentos desleídos y exa­geraciones me ha ofrecido muchas dificultades, para desentrañar de su esqueleto, los hechos de la historia que relato tal  y como en realidad sucedieron.

La más concluyente prueba, de la veracidad de la existencia y ta­maño del animal, la tuve en las manos en casa de Don Sebastián, el farmaceútico. Su abuelo, boticario de una gran comarca y residente en el pue­blo por aquella época, habiendo formado con una de las partidas de caza que salían en busca del feroz animal, obtuvo un sorprendente vaciado de escayola de una de las pisadas del enorme lobo.

Don Sebastián me fue contando, mientras sacaba de una vitrina de rinconera el pedazo ennegrecido de escayola, y al tiempo que la ponía ante mis ojos como joya de inestimable valor, que su abuelo la había vertido sobre una huella fresca del lobo cerca del río, y cerca de un soberbio toro despedazado la noche anterior en la majada del valle alto. Unos días después, por una feliz coincidencia, pude completar la historia física de esta pisada de escayola con un testimonio paralelo que hizo completo e irrefutable lo que he vertido en este relato. J….  un desdentado y lúcido anciano a casa de quien me habían llevado los críos que me acompañaban siempre en mis paseos por la aldea, me relató, como historia por el vivida cuando niño casi sesenta años atrás, la muerte del toro Almanzor en una noche de diciembre cerca del río (de donde luego se sacaría el  vaciado de escayola). Pongo en duda que él contemplara – como me contó – con sus ojos la sobrecogedora y astuta carnicería, pues es demasiado fácil con tantos años de distancia convertir una historia próxima, en una historia vivida. Da cualquier forma nadie como él estuvo tan cerca de « lobo viejo », ni vivió tan cercano uno de sus ataques.

II.

à continuar …

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